En este artículo vamos a tratar dos aspectos clave del estilismo gastronómico que se sitúan dentro del mundo del diseño: los colores y las formas. Dos características de nuestros alimentos que nos ayudarán a crear emplatados apetitosos, equilibrados, armónicos y elegantes. Como dice la consultora de Food Styling Eva Hausmann, a igual calidad de preparación, un plato bien presentado sabe mejor que uno mal emplatado.
Los colores en la decoración culinaria
La gastronomía es color, sin este elemento no hay gastronomía ni alimentación.
Por ello, el color es de capital importancia para conseguir un buen emplatado, su impacto es incuestionable. A la hora de decorar nuestros platos hay que tener en cuenta la psicología del color, ya que influye de forma determinante en el momento de sentarnos a la mesa. Los colores nos inspiran siempre estados de ánimo, consciente e inconscientemente.
En cuanto a los alimentos es importante tener en cuenta que:
- el verde nos remite a la naturaleza, frescura, a la alimentación saludable;
- el amarillo, al sol y la energía;
- el morado nos inspira salud, ya que contiene muchos antioxidantes;
- el gris es neutro, discreto;
- el blanco nos sugiere limpieza;
- el naranja, energía, vitamina C,
- y el rojo lo asociamos a la pasión, es el color más potente dentro del mundo de la alimentación.
Además, es muy importante saber que los alimentos se diferencian en diferentes gamas de colores, que a su vez indican cada una un determinado tipo de nutrientes:
- Los verdes suelen vegetales ricos en luteína, ácido fólico, magnesio, fibra, potasio y vitamina K.
- Amarillos y naranjas son los colores de los cítricos, principalmente, ricos en vitaminas A y C y potasio.
- Los rojos son fuente de vitamina C, vitamina A, magnesio, potasio y licopeno.
- Los blancos nos aportan fotoquímicos y ayudan al control de la tensión arterial y el colesterol.
- Los azules o morados favorecen la función urinaria, la memoria y el envejecimiento saludable.
- Por su parte, los colores más oscuros son estimulantes y energéticos.
Combinar colores es todo un arte en sí mismo, hay que hacerlo con sumo cuidado, no todos pueden ir juntos. La armonía cromática en un plato es fundamental. Su elección puede obedecer a determinadas relaciones entre ellos: complementariedad cromática, proximidad, contraste…
Atención a una regla de oro: no es preciso trabajar con demasiados colores, un plato elegante no tiene por qué superar una combinación de tres o cuatro colores. Menos es más.
Una composición en dos colores puede ser muy sugerente: un color predominante con otro que despierte curiosidad o dos volúmenes en perfecto equilibrio.
No obstante, también se puede trabajar en presentaciones monocromáticas, basadas en la misma gama de color, o incluso en blanco y negro. Todo depende de nuestra creatividad y del efecto que busquemos. La inspiración está flotando en el aire.
Atención también a los colores de los soportes: en líneas generales, los tonos claros y blancos resaltan más el color de los alimentos, hace que te centres en ellos… Por el contrario los estampados confunden y los platos de colores estridentes eclipsan la elaboración.
Las formas en la decoración culinaria
La variedad y los contrastes cromáticos y de texturas pueden también tener su reflejo en el mundo de las formas con las que presentemos los alimentos, en función del objetivo que se pretenda conseguir. Como pauta a seguir, la moderación suele ser buena consejera, no se deben combinar formas sin tener en cuenta otras características como puede ser el tamaño de los alimentos. Es imprescindible establecer una correspondencia y una sintonía entre la disposición de nuestro emplatado y las formas que adoptan los alimentos entre sí dentro del plato.
Composiciones básicas para emplatar
- Composición simétrica: todo en orden y armonía con con el peso de los alimentos repartido de manera absolutamente equilibrada en el plato.
- Composición asimétrica: una de las partes va a tener mayor peso que la otra, hay platos con los que hay que comunicar más dinamismo y tensión, cierto desorden controlado.
- Composición rítmica: el que dibuja repeticiones de formas dentro del plato, atractivas y dinámicas. Una técnica muy utilizada en los emplatados de postres.
- Composición oblicua: basada en líneas transversales con el objetivo de crear sensación de profundidad.
- Composición en escala: los elementos que componen el plato se repiten en tamaños diferentes.
- Composición triangular o piramidal: los alimentos se unen formando estas figuras dentro del plato.
- Composición en cuadrado: la que se conforma mediante cuadrados o rectángulos dispuesto de manera simétrica.
- Composición circular o lineal: elementos dispuestos en forma circular u ovalada, que provoca un efecto dinámico.
En cualquier caso, en lo que respecto a los alimentos que compondrán el plato conviene evitar las mismas formas con diferentes ingredientes en un mismo plato.
Por lo demás, existe todo un mundo de posibilidades: pueden emplearse moldes para la presentación de arroces, los vegetales admiten mil y una formas de corte y presentación: un corte en ángulo agudo puede resultar llamativo mientras que otro redondeado puede resultar más elegante; otra forma geométrica puede resultar más creativa.
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