Cuando tienes en mente un proyecto de hostelería, seguramente la parte contable no sea la que más te atraiga. No obstante, es algo a lo que debes prestar la máxima atención si no quieres verte en una situación apurada a corto, medio o largo plazo que dé al traste con todos tus esfuerzos e ilusiones.
En ese sentido, cuál es la inversión necesaria para abrir un restaurante u otro tipo de negocio de hostelería es una pregunta clásica. Ya te adelantamos que no hay una única respuesta, ya que (como ya te imaginas) depende mucho del modelo de negocio que quieras adoptar y de otras consideraciones. Pero sí vamos a darte las pautas básicas para que puedas hacerte una idea.
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El fondo de la cuestión: el beneficio
Al abrir un negocio hostelero, nuestro objetivo está claro; aparte de ejercer una actividad que nos guste, vivir de ello y tener beneficios. De lo que se trata, en términos simples, es de saber qué necesitas, cuánto cuesta y cómo lo pagarás.
Para ello se emplea una “sencilla” fórmula en la que intervienen:
- Inversión: los gastos iniciales para “montar un negocio” (los detallamos más adelante) y cuándo se amortizan.
- Financiación: quién pone el dinero (bancos, socios, recursos propios…), en qué proporción y los intereses.
- Presupuesto de ventas: lo que esperas ingresar en tu día a día.
- Presupuesto de gastos: lo que esperas gastar en tu actividad habitual (salarios, alquiler, materia prima, suministros, tasas, etc.).
A partir de aquí podremos elaborar unas cuentas de resultados y un análisis de viabilidad. Pero nosotros nos centraremos en el primer punto: la inversión, es decir, cuánto dinero necesitaremos para montar nuestro restaurante y en qué vamos a gastarlo.
La inversión depende directamente de la rentabilidad
Esta es una idea de debes grabarte a fuego en la cabeza (parece fácil, pero claro, no lo es tanto): es esencial un equilibrio entre inversión y rentabilidad. ¿Y qué significa que un negocio de hostelería es rentable desde la perspectiva de la inversión? Hay varias formas de medirlo…
Como regla general se suele decir que el beneficio de explotación (EBIDTA) debería rondar el 10-15 %. O sea que, tras pagar alquiler, personal, materias primas y gastos generales, debería quedarte un 10 o un 15 % de lo que has ingresado. Y, a partir de ahí, pagar amortizaciones, intereses, impuestos (más)…
Pues bien, una inversión bien ponderada debería recuperarse en unos cinco o diez años, en función del modelo de negocio y otros factores. Con esto, ya estás al tanto de los elementos esenciales que debes manejar para medir una inversión adecuada y viable, y para pensar cómo hacer tu negocio más rentable.
La inversión: pistas concretas
Si queremos ponernos más concretos para definir una inversión en números habría que tener en cuenta numerosos factores muy específicos: el tamaño del local, la zona en que se encuentre, el tipo de establecimiento que tenemos en mente, la necesidad de reformas, y un larguísimo etcétera. Por eso cada emprendedor ha de enumerar bien los gastos a los que debe hacer frente de salida.
Estos son los elementos que debemos listar. Aquí, una recopilación orientativa de los gastos más importantes (te los ponemos, más o menos, por orden de “gravedad”).
- Gestión del local:
- Compra/alquiler
- Traspaso
- Costes de agencia, asesor, abogado
- Fianzas
- Reforma del local:
- Obras
- Maquinaria e instalaciones
- Honorarios de técnicos
- Tasas y licencias
- Equipamiento y decoración:
- Mobiliario
- Menaje, vajilla, cristalería, lencería
- Equipo informático
- Decoración
- Cartelería, señalética, diseño…
- Terraza
- Puesta en marcha:
- Altas de suministros
- Stock inicial
- Pruebas de carta y de servicio
- Marketing
- Constitución administrativa:
- Alta de actividad económica
- Notaría, gestoría, registro
- Impuestos y tasas:
- Licencia de apertura
- Informes técnicos
Para terminar, puede serte muy útil recordar esta “regla de oro” (elBullifoundation 2016): la inversión no debería superar el 80% de los ingresos de un año normal.