La gastronomía es todo un arte, pero concretamente la repostería abre por completo el mundo de los sentidos. Sabor y estética van de la mano. Un buen repostero debe conocer y dominar todas las elaboraciones, pero además no puede perder de vista algo muy importante: la presentación.
Un plato sucio o un acabado descuidado puede arruinar esa receta que llevas horas preparando minuciosamente. Por ello, en el artículo de hoy hablaremos de la importancia de la presentación, concretamente en tartas y pasteles.
Al pensar en esto, nos vienen a la cabeza imágenes de tartas de varios pisos con minuciosas decoraciones… pero no hace falta ser un manitas ni invertir un tiempo excesivo en ello, a veces menos es más y un acabado sencillo también puede hacer que la tarta sea la protagonista de la fiesta. A continuación te contamos los pasos a seguir y te dejamos algunas ideas.
El molde adecuado
La primera decisión que tendrá que ver con el acabado estético final de la tarta, se toma casi al principio de la elaboración. El molde definirá la forma y look general de tu postre. Hay infinidad de moldes con diferentes tamaños y formas, todo depende de lo que quieras.
La estructura importa
A partir de este punto, tener un plato giratorio donde montar la tarta facilitará la tarea.
Con el bizcocho y el relleno ya preparados, llega la hora del montaje. Si optas por hacer una tarta de varios pisos con relleno entre medias, es muy importante que cortes las capas de bizcocho de la manera más regular posible para que encajen correctamente a la hora de poner unas sobre otras. Así tendrás una tarta estable lista para ser decorada.
Una buena cobertura
Estas son algunas de las opciones más utilizadas para recubrir tartas:
- Ganache: se trata de una mezcla cremosa hecha a base de nata y chocolate, típica de la tarta Sacher y la tarta Ópera. Para aplicar esta cobertura simplemente la dejaremos derramarse lentamente sobre el bizcocho. Lo idóneo es colocar el bizcocho previamente sobre una rejilla elevada que permitirá que se escurra la mezcla sobrante, así lograrás un acabado liso y uniforme.
- Buttercream de queso: esta crema hecha a base de queso, mantequilla y azúcar glas, no puede faltar en una buena carrot cake o en una red velvet. Su textura es cremosa y densa, por lo que tener una espátula a mano para extenderla te será de gran ayuda seguro.
- Fondant: para su elaboración se necesita gelatina, glicerina, manteca vegetal y azúcar. El resultado es una pasta moldeable que podremos estirar y darle forma con la ayuda de un rodillo, para luego forrar el bizcocho entero. Es muy común encontrarlo de diferentes colores, tiñendo la pasta inicial con colorantes alimentarios naturales.
- Azúcar glaseada: otra solución que funciona de maravilla es espolvorear azúcar glas directamente sobre el bizcocho (una vez que esté frío). Se trata de un acabado sencillo, clásico y elegante, que le dará un agradable plus de dulzor a cualquier tarta.
El toque final
¡Aquí las posibilidades son infinitas! Y, en realidad, si los pasos anteriores eran más técnicos, esta es la parte que supone un mayor desafío y permite dar rienda suelta a tu creatividad… para bien o para mal.
Para decorar la superficie de la tarta puedes utilizar el relleno sobrante, generando formas con una manga pastelera. Otra opción es colocar trozos de fruta, que aportarán color y frescura. Sin olvidar las típicas virutas de colores, que dan un toque muy festivo y alegre.
Por último, la mise en place. Elige un plato bonito que resalte la tarta (dándole altura o realzando la forma o los colores) y prepara cucharas… ¡sólo queda disfrutarla!
Ponte en serio, prepara tus utensilios de repostería y amplia tus conocimientos con nuestras clases de pastelero profesional. En el Curso de Tartas imprescindibles, el chef Josep Armenteros te contará todo lo necesario desde las primeras elaboraciones hasta el acabado final.