¿Piensas incorporar postres elaborados con fruta natural a la carta de tu restaurante? Es una opción auténtica, saludable y sencilla que, además, puede beneficiar a la imagen de tu negocio.
La fruta ideal para el postre es la fruta fresca. Es la que ofrece un rendimiento 100% natural y una experiencia sensorial inigualable, muy utilizada y valorada en la elaboración postrera.
La fruta fresca natural, con todo su jugo, su punto de maduración, sabor, color y textura, brilla con luz propia en la carta de postres de cualquier restaurante. Nada se puede comparar a la fruta fresca en todo su esplendor. A pesar de que muchas veces resulte la gran olvidada a la hora de los postres, relegada por una oferta de pastelería más dulce y empalagosa. Además, permite utilizar los propios azúcares naturales de la fruta en la elaboración del postre.
Algunos beneficios del consumo de frutas frescas
- Son alimentos indispensables para nuestra salud que deben consumirse a diario.
- Poseen un alto contenido en agua, que nos ayuda a mantener nuestro organismo hidratado y a eliminar toxinas.
- Son una fuente importantísima de vitamina C.
- Son ricas en antioxidantes.
- Resultan necesarias por su aporte de fibra.
- Tienen un potente efecto diurético.
- Bajo contenido en grasas.
- Admiten una gran versatilidad de consumo.
¿Qué es la fruta deshidratada?
En los últimos tiempos está bastante de moda consumir fruta deshidratada, sobre todo como snack, ya que resulta muy práctica y cómoda. En consecuencia, también se ha asomado al mundo repostero.
En ocasiones determinadas podemos utilizar el recurso de la fruta deshidratada en los postres, como complemento o cuando la receta así nos lo pida. Por ejemplo, como topping o decoración de pasteles, magdalenas, bizcochos o galletas, en helados o para endulzar las preparaciones sustituyendo al azúcar, etc.
Como su propio nombre indica, las frutas deshidratadas son aquellas que han perdido la mayor parte de agua que las componen a través de un proceso de deshidratación y otro posterior de secado. Es una técnica bastante habitual en higos, dátiles, ciruelas, uvas, manzanas, plátanos, kiwis, melocotones…
Fruta natural y fruta deshidratada, similitudes y diferencias
- En primer lugar señalar que la fruta deshidrata no sustituye a la natural. Si se quiere integrar en la dieta se pueden combinar, siempre priorizando la alimentación con fruta fresca, que es esencial para nuestra salud.
- El valor nutricional de la fruta natural y la deshidratada es similar, aunque varía la concentración de los nutrientes. Lo que ocurre es que el contenido de la deshidratada es más concentrado, al haberse reducido un gran porcentaje de agua, más o menos el 80%. Es decir, si la fruta original es rica en un determinado nutriente, la deshidratada, a igual peso, multiplica su contenido en ese nutriente al haberse producido esa eliminación de agua.
- Una excepción importante es la de las vitaminas hidrosolubles, como la Vitamina C. Las frutas sometidas a procesos de deshidratación pierden casi en su totalidad este tipo de nutrientes.
- A pesar de que los valores nutricionales puedan considerarse similares, con las salvedades que hemos citado, el consumo de fruta fresca es fundamental para hidratarnos, cosa que no puede hacer la deshidratada.
- Las características organolépticas de la fruta varían de forma notable, el color, el sabor, la textura… ya no son como los de la fruta natural.
- El sabor de la fruta deshidratada resulta más dulce, debido a la concentración de azúcares.
- En cuanto al aporte calórico es similar. Lo que ocurre es que, al reducirse el tamaño de la deshidratada se tiende a emplear o consumir más raciones, por lo que, al final, puede existir una mayor ingesta de calorías.
- Una de las ventajas de la fruta deshidratada frente a la fresca es su mayor tiempo de conservación. Sin agua, pueden disfrutarse fuera de temporada, en cualquier época del año.
- Es preferible deshidratar la fruta con un deshidratador casero, ya que las comercializadas pueden añadir grasas vegetales para potenciar su sabor.
En conclusión, y en lo relativo al mundo de los postres, la fruta fresca es perfecta como protagonista de nuestras preparaciones, mientras que la deshidratada suele servir más bien como complemento o para aportar un toque extra de dulzor.
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