El agua es un producto incluido en el mercado gourmet, y podemos encontrar una gran variedad de marcas de alta gama. Incluso en las tiendas de delicatessen más selectas podemos encontrar las llamas «aguas de lujo», procesadas sin perder de vista ni el más mínimo detalle y envasadas en exclusivas piezas de diseño.
Es común que cuando hablemos de catas lo asociemos al vino, pero esta actividad abarca todo tipo de productos: desde la cerveza hasta el chocolate, pasando por el aceite. Por supuesto también existen las catas de agua, ¿habías oído hablar de ellas alguna vez? Seguro que sí, pero aquí vamos a subir un escalón y profundizar un poco más.
Tipos de agua
Para diferenciar los tipos de agua podemos basarnos en diferentes premisas.
Por un lado, estaría la clasificación según su grado de mineralización. Aquí podemos encontrar aguas de mineralización débil, media y fuerte, esto se basa en el contenido de residuo seco que presentan (es decir, en la cantidad de sales minerales disueltas por litro.
Otra manera de clasificarlas sería basándose en la presencia de otros componentes. Tendríamos aguas bicarbonatadas, sulfatadas, cloruradas, cálcicas, magnésicas, sódicas, líticas, bóricas o arsénicas, dependiendo de la cantidad en la que se presente disuelto el elemento que les da nombre.
¿En qué consiste una cata de agua?
La finalidad de una cata de agua es identificar aquellos valores que le dan calidad y la diferencian de otras, a partir de sus características organolépticas. En una cata de agua hay diferentes fases:
- Fase visual: se analiza la limpieza, transparencia y brillo del agua. Aquí se comprueba si tiene o no elementos en suspensión (como pasaría con las aguas calizas).
- Fase olfativa: se identificarían posibles olores a tierra, hierro o calcio. Esto depende de su origen y almacenamiento.
- Fase gustativa: normalmente en esta fase se incrementan las sensaciones percibidas por el olfato (aunque hay ciertos minerales que solo se perciben por vía nasal). Se debe tener en cuenta su intensidad y cuánto dura el sabor en boca, así como el retrogusto.
Condiciones idóneas para una cata de agua
Hay tres factores de los que depende que una cata de agua se desarrolle correctamente y se puedan apreciar bien todos los aspectos que mencionábamos en el punto anterior.
Lo primero a tener en cuenta es el lugar. El espacio elegido para realizar la cata debe estar bien ventilado, sin olores fuertes que contaminen y dificulten la concentración. La temperatura ambiente ideal debería rondar los 23 oC y la humedad entre el 60 % y 80 %.
Otro factor importante para degustar correctamente el agua es su temperatura. Debemos sacarla del refrigerador antes de la cata para que alcance una temperatura de 15 oC, ideal para poder captar todos sus aromas.
Por último, el recipiente. Se recomienda una probeta o copa transparente, que permita al catador tener un acercamiento adecuado al agua en cada una de las tres fases (visual, olfativa y gustativa).
Maridar con agua
Si a la hora de maridar una comida correctamente con vino o cerveza es muy importante para poder disfrutar de la experiencia, en una degustación gastronómica acompañada con agua también hay ciertas reglas a tener en cuenta.
Los que entienden de esto proponen normalmente las aguas más ligeras para acompañar a pescados, vegetales y postres. Por el contrario, las aguas más intensas y las gasificadas son las que maridan mejor con carnes, pastas, platos muy especiados, etc.
¿Aguas aromatizadas? Haberlas haylas, y no es que tengamos nada en contra; al contrario, abren enormemente el horizonte en cuanto a maridajes con agua se refiere para dar más intención a tus menús de degustación. Pero, eso sí, úsalas con moderación, por favor.
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