La carne de ave es la segunda más consumida en España, por detrás de la carne de cerdo. Esto equivale aproximadamente a 36 kilos por persona al año, siendo la de pollo la más popular (un 87 % del total). Aunque, como puedes ver en anteriores artículos del blog, la clasificación de las distintas aves comestibles es muy amplia y variada.
La producción de esta carne ha aumentado mucho en los últimos años, tratándose de uno de los principales motores de la industria ganadera en España. Pero, ¿qué es lo que hace que la carne de ave sea tan apreciada y consumida?
Bueno, tiene varios ases en la manga bajo el ala. Es una carne muy versátil a la hora de cocinarla, tiene un gran valor nutricional y, no los olvidemos, la encontramos a un precio asequible para todos los bolsillos, todo un punto a favor. ¿Qué más sabemos de este tipo de carne?
Características de la carne de ave
La carne de ave tiene un alto contenido en agua, aproximadamente un 70 %. Está clasificada dentro de las carnes blancas, a excepción de la carne de avestruz, que es considerada carne roja (su sabor es muy característico y recuerda a la carne de ternera o buey).
En general todas las piezas de ave se caracterizan por tener un color suave y rosáceo, pero esto puede variar según la alimentación del animal. Por ejemplo, la grasa de los pollos de corral criados en libertad suele presentar un característico color amarillento y la carne de las aves de caza es ligeramente más oscura. Su olor es normalmente suave y la textura es lisa, tersa y brillante.
Debemos tener presentes todas estas características, ya que son indicadoras de su estado y calidad. Es importante. Si la carne tuviera una tonalidad grisácea o verdosa, notásemos un olor amargo o ácido, o su textura se volviese viscosa, significa que no es apta para el consumo y es mejor evitarla.
Propiedades nutricionales de la carne de ave
Su valor nutricional la convierte en una carne muy saludable que los expertos incluyen en toda dieta sana y equilibrada. Te contamos por qué:
- Presenta un bajo contenido de lípidos y grasas, lo que hace que sea ligera y fácil de digerir. Además, la grasa se concentra en la piel, siendo fácil de eliminar si queremos evitar su consumo.
- Es rica en proteínas de alto valor biológico. Una ración de pollo puede llegar a aportar entre el 46 % y el 49 % de proteínas recomendadas en la ingesta diaria de un adulto.
- Contiene minerales como el potasio, el magnesio, el hierro, el zinc y el fósforo (éste último ayuda a mantener el equilibro de calcio y almacenar la energía en nuestro cuerpo).
- Presenta un alto contenido de vitaminas del grupo B6 y B12, activadoras del sistema nervioso y fundamentales en la producción de los anticuerpos necesarios para combatir enfermedades e infecciones.
- También tiene un alto contenido en triptófano (en especial el pavo); este aminoácido está presente en los procesos de regulación de los niveles de serotonina, hormona encargada del buen estado de ánimo y bienestar general.
Pero sus beneficios no acaban aquí… la carne de ave está muy presente en dietas de deportistas ya que ayuda a restaurar los tejidos y a recuperar masa muscular. Además, es recomendada en personas con problemas de tiroides, por la aportación de selenio, que tiene un papel muy importante en la regulación de esta hormona.
Como todo, ¡con mesura!
Dicho esto, no olvides incluirla en tu dieta de manera equilibrada. Desde el Colegio de Dietistas y Nutricionistas de Madrid recomiendan consumir carne de ave sin piel en raciones de 150 gramos unas tres o cuatro veces por semana.
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