Los vinos agrupados por la D.O. Costers del Segre destacan por un característico terroir, árido y rocoso, que confiere una personalidad única a sus vinos. Las raíces de esta zona vitivinícola se remontan a la época romana y tuvieron una época dorada en el s. XIX; no obstante su esplendor comenzó en los años sesenta cuando los americanos aconsejaron importar cepas californianas viendo que el terreno era idóneo para el cultivo nuevas variedades. Ahora que las tendencias de consumo se dirigen hacia la producción sostenible, Costers también se suma a la oferta de vinos eco.
El carácter interior de las tierras que conforman la D.O. Costers del Segre ha propiciado que durante siglos el área estuviera alejada de las vías de comercialización. El peculiar suelo y la climatología de estas zonas leridanas, tan dispares, son características que otorgan al vino rasgos bien diferenciados. Por un lado están las tierras de las hondonadas de los valles, pobres y arcillosas. Por otro lado, el suelo de la parte alta de los cerros, pedregoso, calcáreo y más profundo, ambos de difícil cultivo. Por si fuera poco, la zona cuenta con un clima extremo, más bien árido y con saltos térmicos de hasta quince grados entre el día y la noche. Las dificultades y la voluntad por dominar el medio han contribuido en la obtención de unos vinos esforzados y muy expresivos en cuanto a aromas.
Producir vino ecológico significa gestionar, respetar y preservar la biodiversidad local
Las prácticas agrícolas ecológicas de esta zona respetan el medio natural, y por ello los viñedos tratados de esta forma son certificados como Producción Integrada. Su objetivo principal es seguir procesos de producción respetuosos con el medio ambiente, utilizar técnicas de cultivo poco agresivas, reciclar y reducir residuos, optimizar los métodos de producción y favorecer la diversidad del ecosistema respetando la flora y la fauna autóctonas. Actualmente, en Cataluña encontramos el mayor número de referencias de vinos ecológicos de todo el Estado, que ya es a su vez el líder europeo en viña ecológica por lo que se refiere al número de hectáreas. Las bodegas Raimat o La Gravera, pertenecientes a D.O. Costers del Segre, fueron una de las primeras en adentrarse en la producción integrada.
Cuando se trabaja con la naturaleza y no en contra, todo entra en equilibrio
El cultivo ecológico practica la viticultura de precisión, lo que obliga a trabajar las fincas de distinta manera en función de las necesidades. Es tan sencillo como emplear recursos sólo donde hacen falta y hacerlo con la ayuda de una tecnología adecuada, lo menos agresiva posible. Controlar las plagas como el gorgojo sin químicos, por ejemplo, es posible con la técnica de “confusión sexual”. Cuando el macho empieza a volar se colocan tubos con feromonas de la hembra cada cuatro o cinco cepas. El resultado es que el macho vuela buscando la hembra sin llegar a encontrarla. Otro cometido es el de preservar la fauna local; con la prohibición de la caza, vuelven las especies locales como conejos y perdices, siendo éstas reclamo de depredadores que, a su vez, ahuyentan los estorninos que estropeaban las viñas. La filosofía “eco” también consiste en respetar el ecosistema y no en doblegarlo a voluntad.
El proceso de producción mediante la viticultura sostenible se manifiesta en la calidad de los vinos obtenidos, en la economía de la explotación y en la mejora del entorno natural y la biodiversidad. El resultado, al final del proceso, es el placer de degustar una parte viva de la naturaleza. Y este es un esfuerzo se merece su reconocimiento; un buen número de vinos ecológicos catalanes, y entre ellos Ónra de bodegas La Gravera, fueron galardonados en la última edición de Mundus Vini (Biofach 2014, Alemania) el certamen internacional de referencia para los vinos ecológicos. Una prueba más de que lo “eco” está ganando cada vez más terreno, o terroir.
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Más en : Guia de vins ecològics i sostenibles de Catalunya
Fuentes: costersdelsegre.es ; www.ecoticias.com
Foto: Flickr – frederickwildman
