Hace 30 años los hermanos Roca abrieron el Celler; Ferran Adrià empezó a trabajar en una recóndita cala al norte de Roses; Paco Pérez recaló en el Miramar de Llançà… Y todavía faltaban varios años para que Carme Ruscalleda abriera junto a su marido el Sant Pau en Sant Pol de Mar. Aunque a ninguno de estos chefs se les pasó por la cabeza que 30 años más tarde habrían revolucionado la alta cocina a nivel mundial.
Por aquel entonces, las cocinas españolas y del mundo entero, miraban hacía Francia. Explica Joan Roca que “Eran los tiempos de la colección de libros de Robert Lafont, que recogía el trabajo de los principales cocineros de la Nouvelle Cuisine; de escapadas para comer en Chez Pic en Valance, a Piràmide, en Vienne, a Troisgros en Roanne, a Senderens en París, a Roger Verger en Mougins, a Geroge Blanc en Vonnas, a Alain Chapel en Mionnay, a Michel Guerard en Eugénie-les-Bains”.
Aunque con los años, la modernidad culinaria llegó a España a través de Cataluña y Euskadi y con ella la revolución de la alta cocina.
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