¿No te da la sensación a veces de que las máquinas han invadido el planeta, y han empezado por tu cocina? Que si robot, que si otro robot, que si otro robot más… Eso, aparte de todos esos electrodomésticos que sí, que nos hacen la vida más fácil; tal vez demasiado, y tal vez solo a corto plazo.
No te vamos a decir, ni mucho menos, que racanees con el utillaje y el equipamiento de cocina, somos los primeros que insistimos en la importancia de contar con unos buenos cuchillos, por ejemplo. Pero sí vamos a meter el dedo en la llaga del uso innecesario de electrodomésticos y el consumo que esto acarrea.
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Los malos viejos tiempos
Vamos mirar un momento por el retrovisor de la Historia para entender mejor lo que queremos decir. Ahí tenemos el cuchillo de pan eléctrico, el cocedor de huevos, el abrelatas automático y otra miríada de… cosas de la cocina que gastan energía y no sirven para nada (llamarlos “electrodomésticos” sería demasiado generoso).
Hubo un tiempo en que todos íbamos, como sociedad, por el lado más bestia de la vida en cuanto a consumo de gadgets y de energía. Ese tiempo ha pasado, más vale que nos demos cuenta cuanto antes y por las buenas, antes de que sea tarde y lo aprendamos por las malas. Paso al progreso, sí, ¡pero sustituyendo el deseo por la decisión inteligente!
El por qué: sostenibilidad, autenticidad y sentido común
¿Razones para hacer un uso eficiente de los electrodomésticos? Fácil. La primera y más importante, por un consumo sostenible. No vamos a darte los consejillos de rigor (que ya te sabes) y no nos importa si nadas en la abundancia o tienes pinchada la luz, el problema del consumo energético desaforado nos afecta a todos. ¿Te suena lo de que no hay planeta B?
La segunda, por autenticidad. Tu madre, y la madre de tu madre, y la madre de la madre de tu… bueno, se nos está yendo un poco; antes, la gente aprovechaba el calor residual del horno para hacer petit fours. Es un ejemplo. El futuro, una vez más, pasa por revisar la tradición y saber aprovechar lo bueno.
La tercera, por sentido común. Lo creas o no, no hace falta batidora con varillas para batir unos huevos. Sí, en serio. Así, además, cuando la uses para montar unas claras verás que ahí sí tiene sentido. Lo mismo pasa con el lavavajillas: hasta hoy y hasta donde sabemos, nadie ha muerto por fregar un par de platos a mano, pero merece la pena después de un banquete.
El cómo: con cabeza, ¡y con la mano!
La regla de oro: si lo puedes hacer de forma manual, hazlo. Como aprendizaje será enormemente gratificante entender mejor los procesos y comprobar que puedes hacer las cosas “a la antigua usanza”. También te ayudará a ganar en creatividad, usado más tus recursos mentales (ilimitados) y menos los recursos energéticos (limitados).
También es muy aconsejable planificar de forma eficiente el uso de la energía, por ejemplo estableciendo el orden de las elaboraciones y procesos para poder optimizar el uso de la energía (si vas a hacer mejillones al vapor, aprovecha para cocer unas verduras) o directamente optando por platos “compatibles” en ese sentido (mejillones con verduritas). Al principio puede ser un desafío, pero mejorarás con la práctica.
Otras maneras (entre otras) de usar electrodomésticos, pero de forma más inteligente: cocinando en los horarios con menor precio de energía; mejorando la distribución para reducir la temperatura en cocina; renovando el equipo con electrodomésticos de bajo consumo; e informándote, como estás haciendo, para sacar el mejor partido a tus electrodomésticos con un menor coste energético.
La eficiencia del pro con el cariño de una madre
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