En los últimos años han cobrado fuerza las opciones veganas, flexitarianas o vegetarianas que eliminan o reducen el consumo de carne y derivados cárnicos en la dieta. Esto puede interpretarse como una moda o como una decisión relacionada con un estilo de vida más saludable, razones éticas o ecológicas.
Lo que parece claro, a juzgar por el consenso científico al respecto, es que reducir el consumo de carnes (sobre todo, la carne roja) puede ser beneficioso para el estado de salud de los seres humanos.
De acuerdo con diversos informes especializados, un consumo excesivo de carne puede aumentar el riesgo de sufrir determinadas enfermedades. No obstante, a pesar de que existe suficiente información al respecto, seguimos consumiendo más carne de la que nuestro organismo necesita.
Subrayemos la palabra “excesivo” en el párrafo anterior para evitar polémicas, y analicemos brevemente lo que dicen dichos informes. Así pues, reducir el consumo de carne influye en los siguientes aspectos:
Prevención de determinados tipos de cáncer
La Escuela de Salud Pública de Harvard ya publicó en 1990 un estudio en el que relacionaba el alto consumo de carne y la incidencia del cáncer.
25 años después, en 2015, fue la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que señaló que existe cierta relación entre el consumo de carne roja (y, especialmente, de la carne procesada), con algunos tipos de cáncer. Por ejemplo, el colorrectal. Una noticia que causo cierto revuelo, pero que tampoco significó un cambio drástico en nuestra dieta.
De hecho, la OMS aconseja no superar los 500 gramos semanales de carne, pero el consumo medio por español supera el kilo.
Este mismo trabajo de la OMS señalaba que un consumo moderado de carne aporta proteínas de alto valor biológico, vitamina B12 y hierro, y no se relaciona de una forma tan clara con el desarrollo de este tipo de enfermedades.
También el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer y el Instituto Estadounidense para la investigación del Cáncer se ocuparon de este tema. En 2018 publicaron un informe en el que un grupo de expertos daba una serie de recomendaciones anticáncer que incluía la limitación de la carne roja y de los procesados cárnicos.
También la revista científica The Lancet publicó en 2019 otro trabajo con un modelo de dieta saludable que involucró a cerca de 40 expertos y que concluyó, entre otras muchas cosas, que había que reducir la ingesta de carnes rojas y aumentar el de frutas, verduras y legumbres.
Prevención de enfermedades cardiovasculares
Aparte de esas proteínas de alto valor biológico, la carne también es fuente de grasas saturadas y colesterol. Por ello, su consumo elevado conlleva un aumento de enfermedades cardiovasculares.
Si se reduce el consumo de carne (sobre todo, de carne roja y derivados cárnicos) se previene la presencia de ese tipo de grasa en nuestra dieta y disminuye el riesgo de problemas cardiovasculares. De acuerdo con los consejos de la OMS, el consumo de grasas saturadas no debe superar el 10% del aporte calórico total.
Una dieta más rica en fibra
Si consumimos poca carne y la sustituimos por proteínas de origen vegetal (como frutos secos, legumbres y cereales), nuestra dieta va a ser más rica en fibra, vitaminas, minerales y otros nutrientes esenciales. De esta forma, se favorece la salud gastrointestinal y previene el estreñimiento. Además, se refuerza el sistema inmunológico.
Reducir el impacto medioambiental
La producción ganadera extensiva conlleva un enorme impacto medioambiental. Representa el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global. Son datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La reducción del consumo de carne es considerada necesaria en la lucha contra el cambio climático, de acuerdo con otro informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Los expertos en nutrición siguen aconsejando una dieta mediterránea, con las verduras, frutas y legumbres en primer plano, apoyado por proteínas de carne y pescado, priorizando este último al menos tres veces a la semana. Además, es preferible comer carne blanca (pollo, pavo…) y reducir la carne roja a una sola vez por semana.
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