La patata es uno de esos ingredientes humildes que parecen simples, pero esconden un universo de posibilidades. En España se cultivan decenas de variedades de patata: algunas son ideales para freír y lograr unas patatas crujientes, otras para un puré sedoso o para guisos que se deshacen en la boca.
¿Por qué importa tanto la variedad de patata?
A primera vista, todas las patatas parecen iguales… hasta que pruebas un puré grumoso o unas patatas fritas blandas por no haber escogido la variedad adecuada.
Cada tipo de patata tiene un contenido distinto de almidón y agua, lo que afecta a su textura y comportamiento al cocinar.
Elegir bien no solo mejora el resultado final: también ahorra tiempo, evita desperdicios y demuestra conocimiento técnico.
¿Qué tipo de patata usar en cada receta?
🥔 Monalisa: la todoterreno de la cocina
Si buscas una patata versátil, Monalisa es tu aliada. De textura suave y equilibrada en almidón, funciona para casi todo: cocer, asar, guisar e incluso para una buena tortilla española. Es la típica patata “para todo” que nunca decepciona.
🥔 Kennebec: la favorita para freír
Para unas patatas fritas crujientes y doradas, no hay nada como Kennebec. Rica en almidón y con una textura que aguanta bien el calor, también es la estrella de muchos restaurantes para chips finas y patatas soufflé. Si además quieres apoyar la producción local, busca la Patata de Prades, una Kennebec con Indicación Geográfica Protegida (IGP).
🥔 Agria: la reina de los purés y los chips
Su alto contenido de materia seca y textura harinosa la convierten en la mejor opción para purés cremosos, ñoquis y masas de patata. También es ideal para hornear o hacer snacks crujientes como chips caseras.
🥔 Red Pontiac: perfecta para ensaladas frías
Con su piel rojiza y pulpa firme, esta variedad mantiene la forma tras la cocción. Es ideal para ensaladas de patata, guarniciones al vapor o cualquier receta donde no quieras que la patata se deshaga.
🥔 Patata del Bufet: la joya gourmet
Conocida como el “Ferrari de las patatas”, es muy apreciada en Cataluña por su sabor intenso y su cultivo artesanal. Perfecta para hervir con piel y acompañar platos sofisticados o como base de un puré que sorprenda a los comensales más exigentes.
¿Cómo sacarles el máximo partido?
La técnica importa tanto como la variedad:
- Para freír: remoja las patatas cortadas en agua fría para eliminar exceso de almidón y lograr un exterior crujiente.
- Para purés: trabaja en caliente y pasa las patatas por un pasapurés para obtener una textura sedosa.
- Para asar: usa variedades ricas en almidón y hornéalas a alta temperatura con un toque de grasa para un resultado dorado y sabroso.
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